Educación para la colaboración

Desde que iniciamos los asentamientos estables y la agricultura hemos construido sociedades cada vez mas complejas en las que el estado ha mediado entre el bien común, por el que esperábamos trabajara, y los intereses de una minoría que lo usaba en su exclusivo beneficio. La competencia propia del mundo animal ha llevado en la sociedad humana a la competencia por el poder, la riqueza, el dominio territorial, una posición social de dominio generando en la sociedad una violencia, no tan visible como la del estado, pero que es en esencia la misma. Esto ha hecho que nuestra evolución social fuera menor de lo que permitían nuestras capacidades de forma que aún hoy tenemos en la relación social características mas propias del mundo animal que de la sociedad humana.

A pesar de esta tensión inconsciente ha sobrevivido la solidaridad, una versión emocional de la colaboración, la caridad, una actitud de base religiosa que nos lleva, guiados por elementos simbólicos del pasado, a hacer lo que hacían los homínidos con los débiles de la tribu.  Hemos colaborado desconectados, hasta el punto de que no reconocemos ni la colaboración ni el papel de esta en los cambios que nos haces ser hoy día como somos, sociedades muy avanzadas, soportadas por nuestros avances sociales con un grado de conocimiento y libertades muy lejos de las posibilidades de cualquier depredador.

La educación oficial en general no ayuda, sigue insistiendo en la competencia, desactivando las capacidades innatas que tiene todo ser humano para investigar. La educación se organiza aún hoy desde el poder del estado, una máquina especializada en mantener el poder de quienes lo controlan. Entre el interés de las organizaciones económicas mas avanzadas y el interés del estado sigue prevaleciendo este último por lo que solo es posible acelerar los cambios en la educación para la colaboración desde los movimientos sociales que sufren todos los días los problemas de convivencia que genera una educación contraria a lo que nos demanda la realidad, los bienes comunes y nuestro propio ser social.

Estamos aprendiendo a controlar nuestro dominio en la naturaleza para no destruirla. ¿No seremos capaces de controlar y educar el instinto ancestral de la competencia para que prevalezca la colaboración?. Ahorraremos muchos daños si la colaboración se hace de forma consciente.

Mientras en la esfera política aún se habla del liderazgo de los jefes, elegidos a dedo, y de disciplina o sanciones, en el mundo económico se fomenta el liderazgo mas natural en el ser humano, el de la iniciativa e integración grupal. Se puede dominar un área de conocimiento, ser muy buen ingeniero, investigador, doctor, un sabio, pero si no sabe hacer equipo está desaprovechando las capacidades de las personas que lo integran. Esta característica se da no solo en el mundo productivo sino en el social y político donde las emociones por aquello que moviliza a la sociedad tienen un gran valor para activar la iniciativa personal.

Un buen orador sabe comunicarse transmitir y recoger del grupo en el que participa porque integra en su discurso aquello que aporta el grupo. Una persona que sabe moderar distingue cuando se genera alguna tensión, cuales son sus fuentes y como identificar el conocimiento diferencial en el que asienta el disenso para que se comparta. Un NO no tiene porqué significar un problema sino una ventaja cuando se expresa de forma asertiva, facilitando el acceso a experiencias del conocimiento vivo de cada persona.

En la esfera de las organizaciones económicas se han desarrollado disciplinas que buscan la colaboración en el proceso productivo que ha superado hace tiempo su etapa fordista y de trabajo en cadena. La personalización exige no solo tecnología sino creatividad y ambientes cada vez mas horizontales y abiertos en los que compartir, interactuar aportando y fortalecer los equipos se vuelve clave.

Afortunadamente estas disciplinas están desarrollando de forma acelerada las habilidades para experiencias de grupo, con inteligencia colaborativa, aún solo con la vista en el mundo económico, pero útiles en cualquier situación en la que los vínculos sociales son la clave estratégica para la creación de soluciones: desarrollan competencias base de inteligencia emocional, autoestima, asertividad y empatía, imprescindibles para el diálogo, el consenso y la búsqueda de soluciones con beneficio de 360º.

Se está forjando en las universidades y en la experiencia organizacional un ejercito de especialistas en inteligencia emocional para vitalizar las organizaciones y la innovación colectiva. Tenemos suficientes para que una parte de ellos, con la ayuda de psicólogos, ayuden al crecimiento del anverso de la colaboración para disgregar a la sociedad que tiende a colaborar instintivamente creando nuevos movimientos sociales contra los desahucios, por la renta básica universal, por la economía solidaria, finanzas éticas…

El coaching[1], extendido en el mundo de los negocios para desarrollar habilidades específicas, es base suficiente para un nuevo tipo: el Coaching Social cuyo objetivo es mejorar las aptitudes y actitudes necesarias para la colaboración en los bienes comunes.

Talleres y cursos adaptados a toda clase de valores de bien común pueden ayudar a reeducar en la colaboración, desarrollar nuestra asertividad y empatía y deseducar de las prácticas competitivas. Las personas activistas del bien común aprenderán a aprovechar al máximo los elementos sociales y emocionales de nuestra inteligencia colectiva para conseguir inteligencia colaborativa. El proceso social de definir la posición del bien común para acordar las condiciones de su gobierno llevarán a un mayor desarrollo humano de cada persona.

  • Desarrollar las habilidades sociales apoyándose en los elementos emotivos. La inteligencia emocional moviliza con mayor facilidad a las personas.
  • Identificar los valores del bien común y cuales de ellos identifican a cada persona.
  • Identificar los elementos de interés personal en los bienes comunes para compartirlos con la comunidad y conseguir un beneficio de 360º
  • Desarrollar la asertividad[2] en la comunicación para evitar malentendidos
  • Aprender y usar los métodos de la inteligencia colaborativa
  • Descubrir el valor de las diferencias entre las personas y como el Libre Albedrío puede fortalecer la comunidad humana
  • Poner en valor los bienes comunes creando cultura y práctica habitual de la ética y moral del bien común.
  • Identificar el grado de conocimiento de las personas interesadas en un bien común para facilitar el conocimiento diferencial que estas necesitan para que sean posibles los acuerdos.
  • Empoderarse con el apoyo de la comunidad y desarrollar las habilidades personales que realizan su identidad humana
  • Conocer y usar las referencias éticas del bien común para contribuir en la vida diaria a la generación en la sociedad de una moral de bien común.

La educación para la colaboración social es un valor estratégico para las Organizaciones de Bien Común y las Organizaciones Transitorias. Por valor estratégico en el cambio social bien merece enraizarlo en la sociedad y crear disciplinas eficientes para su universalización.

  Beneficio de 360º, Posición del bien común, Inteligencia colaborativa, Poder Distribuido, Organizaciones del Bien Común,

 

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  1. El coaching, es un método que consiste en acompañar, instruir o entrenar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de conseguir cumplir metas o desarrollar habilidades específicas. – Wikipedia[]
  2. «La asertividad es una habilidad social y comunicativa que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás; tiene como premisa fundamental que toda persona posee derechos básicos o derechos asertivos. Como estrategia y estilo de comunicación, la asertividad se sitúa en un punto intermedio entre otras dos conductas polares: la pasividad, que consiste en permitir que terceros decidan por nosotros, o que pasen por alto nuestros derechos; y por otro lado tenemos la agresividad, que se presenta cuando no somos capaces de ser objetivos y respetar las ideas de los demás.El concepto de asertividad suele definirse como un comportamiento comunicacional en el cual la persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que manifiesta sus convicciones y defiende sus derechos. Es también una forma de expresión congruente, directa y equilibrada, cuya finalidad es comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros legítimos derechos sin la intención de herir o perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza, en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia. Contar con un criterio propio dentro de la sociedad es indispensable para comunicarnos de una mejor manera». Wikipedia[]