El bien común es el objetivo individual y colectivo del ser humano para su felicidad. Explica la evolución individual y las transformaciones de la sociedad desde que existimos. Es el motor de nuestra evolución desde los orígenes hacia el futuro.
De los clásicos a la Ilustración
El bien común, es una expresión habitual y muy antigua para el ser humano. Generalmente no causa rechazo y aunque eso dice algo de su importancia, lo cierto es que su aplicación diaria es bastante inconcreta y produce respuestas muy distintas en cada persona. Se ha escrito profusamente de él a lo largo de la historia, es común en filosofía, religión, política… Es una de las aspiraciones más antiguas de la humanidad.
Ha sido definido por los clásicos como aquello que beneficia a todos((El bien común es un concepto que en general puede ser entendido como aquello de lo que se benefician todos los ciudadanos o como los sistemas sociales, instituciones y medios socioeconómicos de los cuales todos dependemos que funcionen de manera que beneficien a toda la gente. Más recientemente, John Rawls lo definió como “ciertas condiciones generales que son… de ventaja para todos”.Wikipedia)).
“Abarca el conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección.”… No es la suma de los bienes de cada uno de los miembros de la sociedad ya que ese bien es indivisible y sólo con la colaboración de todos puede ser alcanzado, aumentado y protegido. Afecta a la vida de todos. Exige la prudencia por parte de cada uno, y más aún por la de aquellos que ejercen la autoridad»
Ha sido hasta hoy una concepción abstracta((Los conceptos simbólicos, abstractos, tienen su origen en la experiencia colectiva. Los usamos gracias a nuestras habilidades lingüísticas para movilizar nuestras capacidades sociales. Somos diferentes a las de hormigas o abejas porque no llevamos impreso en nuestra genética el plan vital que beneficie a cada ser humano. La capacidad cognitiva nos diferencia de los demás seres del reino animal, hasta el punto que nuestra evolución depende de ella.)), presente a lo largo de nuestra historia en forma de mitos, interpretaciones religiosas y políticas((Una visión resumida en La Guia – 2008)) necesarias para el desarrollo de nuestra naturaleza social((‘El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano (…). La sociedad es por naturaleza anterior al individuo (…) el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada para su propia suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios.’ Aristóteles 384-322, a. de C)) con la que hemos creado un gran legado de bienes comunes.
Antes de la escritura, en nuestra prehistoria, creamos asentamientos permanentes, por seguridad, para el desarrollo de la agricultura, la ganadería y el culto. En ellos ha crecido una sociedad cada vez más compleja gracias a la especialización; su herramienta de gobierno ha sido durante siglos el estado. Gracias a estas nuevas condiciones han mejorado nuestras habilidades, hemos creado mejores herramientas, introdujimos el hierro, la rueda… y hoy fabricamos robots y desarrollamos Inteligencia Artificial.
El bien común es el motivo central de Platón en La República((En griego Πολιτεία (Politeia), que proviene de πόλις (pólis, denominación dada a las ciudades estados griegas)— es la más conocida e influyente obra de Platón, y es el compendio de las ideas que conforman su filosofía. Se trata de un diálogo entre Sócrates y otros personajes, como los discípulos o parientes del propio Sócrates. Wikipedia. )) donde define un modelo ideal de ciudad irritado por la corrupción de los políticos contemporáneos.
La especialización conlleva un acceso distinto al conocimiento que, desde los orígenes, ha crecido junto al poder del estado. La contabilidad del templo empujó a la escritura y las matemáticas con las que calcular el impuesto y las reservas para el culto y los sacerdotes, y después para los ejércitos con los que se han extendido los imperios de la antigüedad. ¿Cómo se habrían creado sino las calzadas, la arquitectura romana o pagado a artistas y poetas de la corte?.
En la edad media los libros cuidadosamente editados por amanuenses((Copista es la palabra que designa a una persona que reproduce libros a mano. De ahí su sinónimo, amanuense. También se utiliza para referirse a un pintor que reproduce obras de los grandes maestros de la pintura. Destaca su labor en la difusión del libro hasta la aparición de la imprenta de tipos móviles en el mundo occidental, a mediados del siglo XV. Un copista experimentado era capaz de escribir de dos a tres folios por día. Escribir un manuscrito completo ocupaba varios meses de trabajo. Wikipedia)) eran accesibles sólo a monarcas y nobles. ¿Quien sino podía interpretar el bien común?.
Podemos resumir el bien común como la felicidad general o como goce de los derechos que permiten que los individuos libremente den forma a sus vidas: Son derechos del hombre: la libertad, la seguridad, la prosperidad y la igualdad. La sociedad debe proveer a los individuos de los medios para que puedan elegir aquello que les permite realizar su felicidad.
El bien común … del estado
La filosofía nos muestra a lo largo de la historia el estatus del conocimiento, y entendemos por ella como ha evolucionado la comprensión del bien común. Sus cambios recorren nuestra historia vinculados a las diferentes formas sociales y la intervención de su maquinaria de gobierno, el estado. La percepción de que la sociedad no provee lo necesario para la felicidad humana, ha quebrado la cohesión social e impulsado la idea del cambio social a lo largo de la historia de la humanidad. El estado, siendo el garante del bien común, no ha actuado como tal sino como maquinaria al servicio de una minoría: aristocracia romana, nobleza feudal, monarquía burocracia cortesana, capitalistas, gestores de la política…
Para Tomás de Aquino «La esencia de la ley es garantizar el bien común»((Prima secundae- C.98 en Suma Teológica.- Tomás de Aquino- Escrita entre 1265 y 1274)), que no es más que una prescripción de la razón en orden al bien común, promulgada por aquel que tiene el cuidado de la comunidad. La autoridad política o religiosa tiene por ello el poder de interpretar y gobernar el bien común que se convierte en la razón del estado. La combinación del poder y el acceso privilegiado al conocimiento han deformado el uso y experiencia del bien común, manejado durante tantos siglos por el estado.
Maquiavelo dice que el Bien Común «era el bien del estado, representado en el príncipe, al que se subordinan todos los bienes individuales»((El Principe – Maquiavelo – 1515)). Antes de que Maquiavelo reconociera lo que era un uso habitual desde el poder del estado, se propiciaron muchas matanzas, rapiña, corrupción, asesinatos… Si bien la imprenta (1440) permitió un acceso más amplio a la cultura durante la Edad Moderna((Tercero de los periodos históricos en los que se divide convencionalmente la historia universal, comprendido entre el siglo XV y el XVIII. Cronológicamente alberga un periodo cuyo inicio puede fijarse en la caída de Constantinopla (1453) o en el descubrimiento de América (1492), y cuyo final puede situarse en la Revolución francesa (1789) o en el fin de la década previa, tras la independencia de los Estados Unidos (1776). En esta convención, la Edad Moderna se corresponde al período en que se destacan los valores de la modernidad (el progreso, la comunicación, la razón) frente al período anterior, la Edad Media, que es generalmente identificado como una edad aislada e intelectualmente oscura. El espíritu de la Edad Moderna buscaría su referente en un pasado anterior, la Edad Antigua identificada como Época Clásica. Wikipedia)) el camino del Estado se retorció más aún en el sentido opuesto y reaccionario que propone Maquiavelo: el Bien Común deja su origen social para ser un hecho exclusivo del poder del estado. Nació el estado absolutista, más centralizado violento y lejano a la sociedad, tuvimos Inquisición y censura con las primeras quemas de libros.
Francia en el s. XVIII era referente en despotismo ilustrado(( El Despotismo Ilustrado es un concepto político que surge en la Europa de la segunda mitad del siglo XVIII. Se enmarca dentro de las monarquías absolutas y pertenece a los sistemas de gobierno del Antiguo Régimen europeo, pero incluyendo las ideas filosóficas de la Ilustración, según las cuales, las decisiones humanas son guiadas por la razón.- Wikipedia)) ‘Todo por el pueblo, pero sin el pueblo’. Los enciclopedistas sin embargo veían necesario el protagonismo y la intervención del pueblo en los asuntos políticos.
Jean Jacques Rousseau dio un vuelco a la visión del bien común que dejaba de depender de la voluntad del monarca devolviendo a la sociedad el principio de la soberanía mediante un acuerdo voluntario que expresa la Voluntad general, en términos actuales, un consenso social. Todo individuo enajena su libertad natural, con todos sus derechos, a favor de la comunidad en el acto reciproco del Contrato social((El contrato social, Jean Jacques Rousseau – 1762)) que se da a cada uno de los individuos. Renuncia a parte de su libertad natural ganando la libertad civil y la libertad moral. Esta última es la que hace también al hombre dueño de sí mismo.
Suponía una sociedad que no estuviese escindida en grupos con intereses antagónicos. Esta se movía a impulsos de la cooperación y la solidaridad y no de la lucha y la competencia»((Contrato social: Prólogo de Manuel Tuñón de Lara-Austral 2007 Version PDF)).
Discípulos ilustrados de Rousseau alentaron la Revolución Francesa((La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como el Antiguo Régimen. Se inició con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799. Wikipedia )) en un despliegue social de Libre albedrío, que seguramente su maestro no deseaba. La revolución se produjo en el estado modelo del absolutismo en la época.
Rousseau y la Revolución Francesa son claves para el nacimiento de la democracia y el surgimiento de las ideologías en el s. XIX y XX: liberalismo, anarquismo, socialismo, comunismo, fascismo… que en buena medida se distinguen por su posición respecto del dilema entre Libre albedrío y bien común.
Las ideologías no han roto con la visión ancestral del bien común, lo posicionan respecto a la razón de Estado((Hoy día se utiliza de manera generalizada para definir las medidas ilegales o ilegítimas tomadas por un Gobierno con intención de mantener el orden establecido o mejorar su posición frente a enemigos y disidentes.- Wikipedia)) sin resolver el dilema entre libre albedrío y bien común y por tanto el lugar y papel de la vieja herramienta que creamos para gobernar el bien común. Los siglos XIX y XX, bañados de ideología, nos han bañado en sangre y en interesantes experiencias de doble poder, que cuestionan el papel del estado y nos pueden servir como aprendizaje.
El bien común quedó conceptualmente ‘aparcado’ en la ilustración, por ello seguimos con visiones homogeinizadoras que intentan imponer al conjunto de la sociedad su particular visión de este. La unificación, alrededor de unas condiciones comunes para toda la sociedad, hace que estas puedan ser percibidas como imposición a quienes no se reconocen en ellas.
Mientras tanto, por la la llegada del capitalismo, en el que tiene gran peso la propiedad, se ha colado esta en la comprensión del Bien Común. El uso de los bienes comunes, considerados por el estado como propiedad pública, o del estado, nos hace perder el rastro originario del bien común. En las ideologías, sus portadores, asumen el mensaje de la propiedad pública atándonos, inconsciente o conscientemente, al estado. Aunque usemos el concepto de propiedad pública, para defender bienes comunes, con la mejor intención, por ejemplo en las privatizaciones, este nos crea dificultades importantes para el empoderamiento y problemas para entender que la propiedad estatizada no era el elemento determinante en la sociedad soviética.
‘El protagonismo y la intervención del pueblo en los asuntos políticos’ ha reaparecido en los nuevos movimientos globales cuestionando, como lo hiciera Platón, a la capa política de la sociedad que se presentan como líderes de ideología. La experiencia demuestra que esta capa de políticos especializados gobierna sus propios intereses a costa de la sociedad, altera el bien común para obtener un beneficio exclusivo, modifica la ley a su conveniencia, usa la violencia del estado contra la sociedad misma y degrada el bien común para favorecer a los intereses privados que le convienen.
La era del conocimiento y la Globalización
La globalización ha creado un nuevo marco cultural, con menor control de los estados, gracias a los movimientos globales y la comunicación global en las redes. Los estados, los sistemas políticos y partidos que aspiran a gobernar el bien común están en crisis con la sociedad, aunque esta no está en posición de superar la vieja maquinaria de gobierno si no se reapropia antes de la comprensión del bien común.
La Era del Conocimiento nos facilita la comprensión del bien común en forma de valores abstractos, generados por el contraste y las diferencias de unos lugares a otros del planeta. Son valores de bien común que alimentan nuestra capacidad conceptual simbólica. Con ellos podemos sustituir y mejorar los mitos y concepciones religiosas que en el pasado movilizaron nuestras capacidades sociales para crear los bienes comunes.
Se han roto en nuestros días muchos de los elementos que impedían percibir la raíz humana, originaria, del bien común. El acceso rápido y generalizado al conocimiento, exigido por la especialización, la economía y las comunicaciones, la crisis del estado y las instituciones, han roto el monopolio de la cultura permitiendo que la sociedad despierte y generalice las críticas que ya hizo Platón, 380 años antes de Cristo, a quienes detentaban el poder político.
La globalización y la crisis nos llevan a superar las limitaciones impuestas por los poderes establecidos mediante sus maquinarias de gobierno. La crisis y los recortes nos han aproximado de nuevo a valores y bienes comunes de los que estábamos alienados. Teníamos de ellos una percepción difusa, abstracta, por no estar implicados directamente en su gestación, en su gobierno, por la cultura y las leyes que atribuyen la propiedad y responsabilidad al estado.
La reaproximación al bien común, con la crisis de los estados y la política, exigiendo más democracia, nos llevan a la generación de una Conciencia Global independiente de los estados. Si en el pasado han sido procesos revolucionarios los que han empoderado a la sociedad, con identidades colectivas o de clases sociales, en la era del conocimiento parecemos vivir un proceso de cambios acelerados en los que parece estamos disueltos respecto al bien común. Todo lo que pensábamos era útil en situaciones de crisis social nos parece ser hoy inútil por los cambios que la era del conocimiento genera en las personas.
Alienación y empoderamiento
Hemos superado la estandarización, el trabajo en serie o en cadena. La robótica y las inteligencias artificiales se desarrollan para aumentar la integración social de personas cada vez más complejas. La cultura y la oferta productiva hacen hincapié en la personalización de forma que el ser humano, en la medida que incrementa su conocimiento y capacidad de decisión, tiende por naturaleza a diversificarse.
Estamos educados sin embargo, para seguir actuando como una especie que no ha conseguido todavía su pleno desarrollo. Es habitual encontrarnos con posiciones personales, individualistas ante lo común, actitudes competitivas donde debiera haber colaboración, visiones privadas del beneficio… Son choques individuales, grupales o colectivos con el bien común, en cualquier segmento de la sociedad, que dificultan el tránsito a nuestra edad adulta, amenazando con nuestra propia extinción por el efecto irresponsable de nuestra sociedad en la sostenibilidad del planeta.
El acceso al conocimiento ha mejorado nuestras capacidades. Sabiendo más, decidimos cada vez en más cosas. Alimento, vestido, salud, techo, trabajo, educación y cultura, acceso a la información, derecho a fundar una familia, etc. Tomamos tales decisiones si percibimos claramente una mejora y no hay riesgos para nuestra experiencia personal, pero lo hacemos sin embargo alienados((El término alienación se emplea en distintos sentidos y en diversas disciplinas, como la Medicina, la Psicología, la Religión, la Filosofía, la Sociología o las Ciencias Políticas. La idea común a los diversos conceptos de alienación hace referencia a algo «ajeno» a sí mismo que el sujeto ya no controla, un bien que se vende, o un «yo» que se extraña. –Wikipedia)) como si no pudiéramos influir en él. Y no puede ser de otra forma con tantos siglos en los que el estado ha servido a minorías sociales para decidir por nosotros. Siendo como somos seres racionales no hemos tenido oportunidad de aprenderlo y por ello seguimos alienados.
El éxito de cualquier movimiento global contemporáneo, tiene consecuencias directas sobre aquello que los ha movilizado y sin embargo no encontraremos en ellos ninguna estructura jerárquica, ningún elemento homogeinizador, como podríamos esperar según la vieja concepción del bien común. No los había ni en presencia ni con la influencia suficiente, aunque hubiera organizaciones jerarquizadas con un proyecto ideológico al respecto. El 15M se dio en un momento de gran desorganización social.
Tomados de uno en uno, cada ser humano somos una concreción del bien común, seres de la misma especie que debemos nuestra existencia a las condiciones sociales que la hacen posible. Somos seres racionales cuyo intelecto individual es capaz de elaborar una combinación personalizada del conocimiento de la humanidad. El conocimiento vivo de cada ser humano nos permite percibir individualmente las condiciones en las que vivimos y el lugar que ocupamos en la sociedad haciendo que cada uno de nosotros seamos seres humanos relativos ante el resto de la sociedad. Percibimos los bienes comunes y el bien común desde una posición relativa y nuestra respuesta por ello no puede ser homogénea como los clásicos sugieren. Hoy, como consecuencia del desarrollo tecnológico, se ha desarrollado un acceso al conocimiento que permite ejercer directamente esta responsabilidad a la mayoría de la sociedad.
En todos los movimientos sociales se produce un intenso intercambio de información para la acción, que incluye los matices del conocimiento vivo de cada persona, de esta forma se obtiene una posición de bien común que explica y permite la movilización de miles de personas sin ser homogeineizadas, y manteniendo sus capacidades personales más activas y diferenciadas que nunca. Así se formó el movimiento obrero inglés, se ha formado el 15M y todos los movimientos globales siendo que esta capacidad no es una exclusiva de ninguna clase social sino una capacidad humana. Igual que se formó aquella conciencia de clase se forma hoy la conciencia global con la dificultad que supongan los idiomas o la intensa manipulación conceptual que ejercen los medios controlados por el poder del estado.
Tendemos a la intervención directa como consecuencia de la crisis del estado, que a nuestros ojos no está realizando la función por la que originariamente lo creamos. El grado de conocimiento alcanzado por la sociedad y la facilidad para mejorarlo nos empodera en las situaciones que la inteligencia emocional activa a cada persona. Como consecuencia los bienes comunes se pueden transformar, incluyendo los valores de las personas que de ellos se empoderan si el poder que se organiza no vuelve al viejo camino del estado, sino al poder que tenemos cada persona, distribuidos por el planeta, relativos por nuestro conocimiento, un poder distribuido.
El paso de alienación a empoderamiento es molecular, voluntario, progresivo, transversal, global y pacífico. Se concreta según se configuran gobiernos en todas las escalas de la presencia humana, desde la local más cercana a la global en el planeta.
Una definición dinámica transversal e inclusiva
El bien común cuenta con una base objetiva, demostrada científicamente, sin la que no sería aceptado como tal. Entre la definición científica y la aceptación social hay un tránsito que va de lo objetivo a lo subjetivo. No lo damos todos al mismo tiempo, sino en un proceso social complejo en el que cada persona supera su alienación accediendo al conocimiento que necesita para asumirlo como tal. Se empodera desde su propia posición e identidad. Sabe que no está solo en su decisión porque el proceso social le conecta con sus congéneres, quienes, motivados emocionalmente por los mismos valores de bien común, aportan en el proceso el conocimiento que necesitamos.
Esta definición relativa al conocimiento humano hace que los elementos integrantes de un bien determinado no sean definitivos hasta su aceptación por la sociedad. Hoy día la naturaleza cumple con los requisitos objetivos de partida y la aceptación social con tal bien común.
Somos capaces de integrar como bien común más y más aspectos de nuestra existencia si accedemos al conocimiento necesario. Ha empezado a suceder con el crecimiento de la conciencia global que tiende, por la evolución de la naturaleza humana hacia su madurez, a llegar hasta el último rincón de la sociedad. Llegado el momento en el que el ser social por naturaleza se iguale al ser social por su experiencia consciente, la humanidad habrá superado su etapa infantil.
Somos conscientes de que hemos llegado hasta aquí gracias a nuestros antepasados. Hemos evolucionado como especie según nuestro raciocinio modificaba la sociedad y sus herramientas. No podemos por ello hacer una definición estática, homogeinizadora, ni anclada al presente, sino transversal a nuestra milenaria existencia.
El bien común de hoy será distinto mañana, por la evolución de la humanidad y de cada uno de sus individuos. Nuestra progresión como especie incluye todos los desastres a los que hemos sobrevivido. Tenemos su aprendizaje como legado.
El bien común es el movimiento del conjunto de la sociedad a lo largo de su historia y hacia nuestro futuro. Tomar conscientemente su senda, sin dejar a nadie en el camino, sentir que es nuestro, tanto personal como socialmente, requiere la voluntad y participación de cada ser humano. Para ello debemos dotarnos de herramientas, técnicas, organizaciones y cultura adecuados de forma que dejemos de estar alienados y construyamos un poder de escala humana, basado en nuestras propias capacidades, un poder distribuido.
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