Desde que dimos nuestros primeros pasos hemos creado poderes de origen social que gobernaban la sociedad: los ancianos en las tribus trashumantes, los sacerdotes en los primeros asentamientos, la polis y la república clásica, los imperios, los dominios feudales, los reinos, el absolutismo…Todos ellos han tenido características acordes con el desarrollo social, y salvo en la era tribal, dominados por una maquinaria cada vez mas eficaz, el estado.
«Un Estado es una organización política constituida por instituciones burocráticas estables, a través de las cuales ejerce el monopolio del uso de la fuerza (soberanía) aplicada a una población dentro de unos límites territoriales establecidos. Muchas sociedades humanas han sido gobernadas por estados durante milenios, sin embargo, la mayoría de las personas en la prehistoria vivían en sociedades sin estado. Los primeros estados surgieron hace unos 5500 años junto con el rápido crecimiento de las ciudades, la invención de la escritura y la codificación de nuevas formas de religión. Con el tiempo, se desarrolló una variedad de formas diferentes, empleando una variedad de justificaciones para su existencia (como el derecho divino, la teoría del contrato social, etc.). Hoy, sin embargo, el estado-nación moderno es la forma predominante de estado a la que están sometidas las personas.».- Wikipedia
Características comunes de los estados
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Son centralizados (en el caso de estados federales tienen jerarquías de competencias) y jerárquicos.
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La capa política tiene una posición privilegiada en la dirección del estado: carece de contrato social,
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Ellos mismos fijan sus condiciones. Dificiles de controlar por la posición jerárquica del estado respecto a la sociedad.
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Introduce su sesgo personal en todas sus decisiones o los intereses de grupos de influencia. No hay forma de impedirlo.
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Tiene acceso privilegiado a recursos e información inaccesibles para el resto de la sociedad.
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Son permeables a influencias de grupos de poder (corrupción).
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Tienen el monopolio del uso de la fuerza del estado.
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Actúan como jefes de funcionarios, militares, jueces y profesionales.
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Tienen una posición privilegiada ante la justicia.
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La carrera política es una forma de obtener beneficios personales.
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Un relevo en la capa política no elimina el riesgo, sólo cambia al beneficiario.
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La sociedad tiene una posición subordinada y dependiente del estado:
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Ni la capa política ni la sociedad, tienen la moral de bien común necesaria.
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Carece de referencias éticas socialmente aceptadas con las que evaluar la acción del estado.
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Carece de recursos directos y eficientes para intervenir en el estado.
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Carece de influencia directa en sus decisiones, en la acción de funcionarios, empleados o cuerpos de seguridad o en la gestión de los bienes comunes.
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Asume sin remedio los costes y consecuencias de la acción del estado.
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Los bienes comunes, siendo de la sociedad, pertenecen al estado de forma que la legitimidad de las acciones sobre ellos proviene de la posición que tenga la capa política sobre ellos.
El bien común, siendo necesidad y resultado de la colaboración social, muestra siempre un sesgo alterado por la intervención del estado y los intereses de quienes lo gobiernan o de quienes, por su poder económico, necesitan controlar al estado para que sirva a sus intereses.
La experiencia histórica
El estado ha sido la principal fuente de violencia en nuestra historia, aunque en los momentos de estabilidad ha sido también garante para el desarrollo de bienes comunes con los que se ha justificado su función social.
El estado se presenta en nuestra historia con muy diferentes tipologías((17 tipos de estado y sus características https://www.lifeder.com/tipos-de-estado/)):
Unitario, federal, confederal, compuesto, monárquico, absolutista, constitucional, parlamentario, republicano, aristocrático, socialista, fascista, totalitario, tiránico, oligárquico, fundamentalista.
En paralelo a las experiencias totalitarias, con eje en EE.UU, y recuperando parte de la historia europea, Inglaterra y Francia especialmente, los estados han tendido a ajustarse al modelo de estado democrático.
El ejército y fuerzas policiales, la burocracia administrativa y la justicia, han ido creciendo con sus capacidades. En la sociedad hay un sector cada vez más grande de personas especializadas en las funciones que acapara el estado: el funcionariado, militares, jueces, médicos, enfermeros, empleados públicos de todas las especialidades…
El gobierno del estado lo ejerce una capa política que ha ido creciendo a lo largo de la historia. En los estados democráticos tiene, formalmente, un paso temporal por las instituciones, salvo restos feudales como las monarquías.
Ha servido para unificar naciones, para llevarlas a la guerra y restañar sus heridas, para crear imperios a costa de vecinos, para imponer gobiernos de conveniencia en otros lugares…
Ha intervenido en alianzas con otros, muy lejos de su legitimidad territorial, defendiendo poderes multinacionales, por repartos de poder entre potencias o control de energías estratégicas. La industria de armamento depende de los estados; al ser su objetivo la destrucción, es un sector que no puede dar beneficios y se mantiene por la financiación pública. La actual capacidad destructiva del sector puede destruir varias veces el planeta.
En la era del conocimiento asistimos a una crisis de los estados en todo el planeta. La globalización ha creado poderes supraestatales que limitan y debilitan el alcance de su acción o imponen políticas que condicionan su soberanía.
En la segunda mitad del S. XX se denominaba estado del bienestar a un modelo general del estado y de la organización social, con el que este provee servicios, bienes comunes bajo la forma de propiedad pública, en cumplimiento de los derechos sociales a la totalidad de los habitantes de un país: educación, cultura, investigación, hacienda, salud, transportes, deporte, pensiones, …
El fracaso del estado socialista
El estado como herramienta social es una herramienta viva, con intereses propios, que en algunos momentos de nuestra historia se ha rebelado contra la sociedad que gobierna((18 Burmario de Luis Napoleón. K. Marx – e-pub)). En los momentos de retroceso social es también el estado quien organiza los recortes en lo público, degradando o desmantelando bienes comunes que cumplen su función social.
Entre 1917 y 1945 hemos conocido los estados totalitarios que estatizaron prácticamente toda la economía, teniendo por tanto en sus manos el derecho sobre las vidas de las personas y su supervivencia.
Encontramos pocas diferencias entre ellos, obviando la capa ideológica, y coincidencias estremecedoras en la privación de libertades, la destrucción de vidas humanas y la degradación del propio ser humano:
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El nazismo fue la respuesta del estado alemán a su carencia de dominio colonial tras el aislamiento y las sanciones internacionales de la primera guerra mundial.
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El socialismo estatista fue la solución de la burocracia soviética a la pregunta de Lenin tras la revolución de octubre de 1917 ¿Se sostendrán los bolcheviques en el poder?
“Sin duda el problema planteado por Lenin no lo entendieron todos por igual, pero todas las facciones votaron juntas el monopolio del poder político para el PCUS en 1923. El estado, herramienta intermediaria entre el pueblo y su poder, se fue adueñando de este para asegurar el poder de los bolcheviques. Tras conseguir ‘el poder para el pueblo’ lo único que sobrevivió a estas heroicas personas fue el mismo poder que en 1938 les había asesinado a casi todos.
Progresivamente el pueblo fue excluido, se contaminaron los soviets de la enfermedad característica del estado, la burocracia, hasta convertirlos en parte de su poder. El poder del estado diseñado para garantizar el dominio de una minoría, sometió al pueblo a terroríficas transformaciones con el sólo fin de mantener en el poder a la minoría social que lo gobernaba.
La oposición política en el partido bolchevique se convirtió en un peligro para el aparato burocrático por su experiencia revolucionaria. Cuando las tropas alemanas entraron por Ucrania la sociedad y el partido habían sido totalmente depurados de cualquier germen revolucionario”((La experiencia soviética y el retorno al bien común Historias del Cuaderno de Bitácora)).
La política el estado y los partidos
El papel del estado y las actividades de sus dirigentes, son el centro de la mayoría de los debates políticos en la sociedad, que ha variado su actitud hacia el estado en muchas ocasiones a lo largo de la historia.
Tras la revolución francesa surgieron las ideologías, bañadas por su influencia y la derrota del estado absolutista para construir uno de los primeros estados democráticos de Europa:
Liberalismo: Apuesta por la reducción del estado a su versión mínima y confía en las soluciones que aporte el mercado capitalista oponiéndose a su financiación mediante la recaudación impositiva.
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El liberalismo nunca ha rechazado el uso de la fuerza por el estado para la defensa del sistema capitalista, incluso la ha reclamado. Su posición respecto al estado no versa directamente sobre los bienes comunes, pero sus recortes financieros y privatizaciones van siempre dirigidos contra ellos.
Anarquismo: Critica la falsa ostentación que hace el estado de la seguridad, defensa, protección social y justicia de la población; ejerciendo en realidad un gobierno obligatorio y violentando la soberanía individual y la no coacción. … el estado es una institución represora para mantener un orden económico y de poder concreto vinculado al poder público. Lo consideran culpable de los males que aquejan a la humanidad contemporánea como la pobreza, crisis económicas, las guerras, la injusticia social, etc.
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El rechazo absoluto del anarquismo al estado ha impedido su acción política respecto al bien común, que en una sociedad compleja no existiría si dependiera de su propuesta, la autogestión.
No han existido revoluciones ni sociedades anarquistas, pero si ministros de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), una organización de la segunda república similar a un partido.
Marxismo: Cualquier Estado tiene un carácter de clase. Es un aparato armado y administrativo que ejerce los intereses de la clase dominante. Aspiran a la conquista del poder político por parte de la clase trabajadora, la destrucción del Estado burgués y la construcción de un necesario Estado obrero como transición hacia el socialismo y el comunismo, donde a largo plazo no habrá estado por haberse superado las contradicciones y luchas entre clases sociales.
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Los bolcheviques no pudieron escapar a su propia transformación ejerciendo el poder del estado con el que sustituyeron a un cuerpo social que en aquellos momentos no era capaz por si mismo de dirigir la sociedad. La revolución soviética sucumbió al estado que recuperó a la burocracia zarista y tuvo muchas similitudes con el estado fascista.
La crisis que desde 2008 ha sometido a los estados y sus economías a un férreo control financiero, está destruyendo las bases materiales sobre las que se asentó el estado del bienestar. Las alarmas han saltado en la sociedad acelerando el surgimiento de actitudes críticas con el estado y su capa política organizada, lo que llamamos habitualmente partidos democráticos, que reproducen la estructura jerárquica, escasamente democrática y centralizada del estado.
También en ellos una minoría toma las decisiones por los demás. La política se vuelve una competencia por posicionarse en el reparto del poder donde, además de posición social, se obtiene riqueza ilegítima a cambio de favores al poder real que gobierna la sociedad.
El estado es una barrera para muchos de los desarrollos que demanda la sociedad. Coarta el libre albedrío, la realización de las identidades, el bien común, los derechos humanos, la lucha contra el cambio climático, el cambio a una economía más justa y solidaria.
La cuestión sobre esta vieja herramienta, con su descrédito y pasado sangriento, es si apostamos por mantenerlo, asumiendo los costes, o lo superamos.
El resurgimiento del fascismo en el mundo indica que hay una minoría que quiere rearmar el estado para ajustarlo a las condiciones en las que pueda mantener su dominio. No hay ninguna garantía de que los estados vayan a desaparecer por si mismos.
Las situaciones de doble poder nos muestran cómo crear conscientemente un poder cercano, democrático, en la escala del propio ser humano. Que recoja el aprendizaje de nuestra historia y no sea violento favoreciendo la libertad personal, el bien común y el desarrollo de nuestras capacidades humanas. Un poder disperso, descentralizado, con comunidades culturales, gobierno cercano e instituciones livianas, un poder distribuido.